miércoles, 15 de septiembre de 2010

El reflejo de nuestra casa


Tenemos que aceptar, nos guste o no, que nuestra mente inconsciente es muy poderosa, y si queremos que nuestra vida cambie, tendremos que aprender a reprogramarla con creencias y opiniones sobre nosotros y el mundo, liberadoras, positivas y constructivas.
En esta tarea de reprogramación, podemos hacer que lo que nos rodea cotidianamente en nuestra intimidad, se transforme en un estupendo instrumento para el cambio...
 
Nuestra casa nos da la oportunidad de explorarnos, observando lo que nos rodea y dándonos cuenta de como nos relacionamos con ello y como nos afecta, porque nuestra casa es un reflejo de nosotros, de nuestras contradicciones, de nuestros apegos, de la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás.
Si aprendemos a sensibilizamos emocionalmente a nuestro hogar, descubriremos que hay cosas en él que nos hieren y que nos quitan autoestima y poder personal, y también que no nos resulta fácil cambiarlas, ¿por qué? porque lo de dentro y lo de fuera se relacionan estrechamente, y cambiar nuestro hogar, o nuestra habitación, lleva implícito un impulso de cambio en nuestro interior.
Esto es lo que hacemos sin darnos cuenta, cuando cambiamos la decoración o la forma de colocar los muebles, algo dentro de nosotros nos empuja a reflejar nuestros cambios en nuestro entorno. También por eso, nos resulta difícil aceptar sin más un espacio decorado previamente, siempre necesitamos aportarle algo nuestro, algo en lo que nos sintamos reflejados.
Todo lo que colocamos en "nuestra guarida", manifiesta algún aspecto interno nuestro, por eso cuando evolucionamos, lo normal es que el espacio en que vivimos cambie con nosotros, y aunque no seamos conscientes de ello, siempre estamos realizando reajustes para que lo visible se adapte a nuestro interior invisible.  
Esto es así porque establecemos vínculos emocionales con las cosas que tenemos, cada objeto, nos conecta con un recuerdo asociado a una emoción, y según sea esta nos expandiremos o nos encogeremos, y además la mayoría de estas conexiones las haremos inconscientemente, porque de tanto verlas, "no vemos" muchas de las cosas que tenemos a nuestro alrededor.  
Todos hemos tenido la oportunidad de comprobar lo difícil que nos resulta muchas veces, hacer limpieza y tirar objetos fuera de uso.
También podríamos decidirnos a cambiar todo aquello que nos recuerda constantemente lo que no deseamos vivir y experimentar... ¿por qué lo atesoramos?. 
Nuestros objetos tienen historias que contarnos, y eso nos removerá emocionalmente,  también nos afectará su color, su dulzura o agresividad, su alegría o su tristeza, la forma en que se mezcla con lo que le rodea, su belleza o su fealdad... ¿es luminoso?, ¿refleja soledad?...¿me recuerda que añoro una pareja?...

Aprender a amarnos y respetarnos a través de los objetos que nos rodean puede ser una tarea inspiradora y  gratificante que nos ayude a caminar hacia donde queremos ir, apoyándonos y quitándonos piedrecitas del camino. 
¿Por qué no esforzarnos por rodearnos de las cosas, ambientes y símbolos que  reflejen para nosotros aquello que deseamos vivir? ¿por que no aprender a amarnos a través de lo que nos rodea?