Un carpintero, ya entrado en años, comunicó a su jefe su
decisión de dejar de trabajar para descansar y disfrutar de su familia.
El jefe que lamentaba perder a su hombre de confianza, le
pidió que hiciese una sola casa más, como un favor personal.
El carpintero accedió aunque su desgana se reflejaba en su
labor, ya no ponía el corazón en lo que hacía, los materiales que utilizaba
eran de poca calidad y su trabajo era deficiente. Parecía una desafortunada
forma de terminar su carrera profesional.
Cuando acabó el trabajo, el jefe fue con él a ver la casa y
le entregó las llaves de la puerta principal diciéndole:
La casa es tuya, es mi forma de agradecerte todos los años
de dedicación y esfuerzo a mi lado.
Cuento anónimo
“Las causas son grandes en la medida en que es grande el
corazón de aquel o aquellos que trabajan para ellas. Pueden ser empresas,
proyectos, retos, cambios, inciativas, pero en todas las causas debe haber
integridad, excelencia y voluntad de servicio.”
Alex Rovira, Los Siete Poderes