lunes, 9 de enero de 2012

Cuento: La Furia

Un estudiante de Zen fue a su maestro y le dijo, "Maestro, tengo un carácter ingobernable. ¿Como puedo curarmelo'".
"Muéstrame ese carácter", le dijo su maestro, "parece fascinante".
"No lo tengo ahora", dijo el estudiante, "por eso no puedo mostrártelo".
"Bien, entonces, dijo el maestro, "tráemelo cuando lo tengas".
"Pero no puedo traertelo justamente cuando lo tengo", protesto el estudiante. "Aparece inesperadamente, y seguramente lo perdería antes de poder alcanzártelo a ti".
"En ese caso", le dijo el maestro, "no puede ser parte de tu verdadera naturaleza. Si lo fuera, me lo podrías mostrar en cualquier momento. Cuando nacíste no lo tenias, entonces debe haber venido desde el exterior. Sugiero que cada vez que se apodere de ti, te golpees con un plato hasta que el mal genio no pueda soportarlo y se vaya".

La próxima vez que te sientas enfurecido, ve y corre alrededor de la casa, siete veces, y luego siéntate debajo de un árbol y observa donde se ha ido la furia. No te has reprimido, no la has controlado, no se la has arrojado a otra persona...
La cólera es solo un vómito mental... No hay necesidad de arrojarlo encima de nadie... Corre un rato, o coge una almohada y golpéala hasta que tus manos y tus dientes se relajen.
En la transformación nunca controlas, solo te pones más alerta. La furia está sucediendo, es un hermoso fenómeno, es simplemente como la electricdad en las nubes...
Aun cuando esté ocurriendo la furia, si repentinamente te vuelves consciente de ella, desaparece. ¡Inténtalo! Precisamente en la mitad, cuando estas más acalorado y quisieras asesinar... de repente date cuenta, y sentirás que algo ha cambiado: tu ser interior se ha relajado...
Puede llevarle tiempo relajarse a tu capa externa, pero el ser interno ya se ha relajado. La cooperación se ha roto... ahora no estás dentificado. Al cuerpo le llevará un rato enfriarse, pero en la profundidad del centro todo está frio...
Cuando te has enfriado puedes disfrutar el mundo entero. Cuando estás acalorado estás perdido, te identificas, ¡te confundes tanto!, ¿como puedes disfrutarlo?
Esto puede sonar paradójico, pero te lo digo: solo un Buddha disfruta este mundo.
Y LLOVIERON FLORES (pp 50-72)



Cuando sientas furia, o ira, no se la arrojes a otra persona, ni tampoco la reprimas, porque te harías daño a ti mismo, sacala fuera de ti de forma que no haga daño a nadie.